"La emisión de ideas por la prensa de ser tan libre,
como es libre en el hombre la facultad de pensar"
Benito Juárez
El Muro de la Sapiencia
Los colores amarillo y morado, impregnaban la nube social de aquella masa de hombres dentro del Estadio Olímpico Universitario, en Chihuahua. Bastaba tan solo con voltear la mirada hacia cualquier punto, para comprender que el ambiente era de fiesta y celebración. Deportistas por las gradas, junto con jueces deportivos, un perro chihuahueño llamado Owi, amenizando el lugar, aquellos voluntarios obligados a ayudar.
Niñas vestidas con adornos multicolores, y coreografías armadas para entretener a la gran cantidad de aficionados, que eran participes del encendido de la antorcha olímpica universitaria. En los palcos uno podía observar, comitivas de aquellos hombres de pantalón largo dirigentes de las diversas universidades, quienes charlaban amenamente, con formalidades políticas. También era notorio observar el recorrido de aquellos atletas u deportistas pertenecientes de las diversas universidades a competir, con sus distintivos colores de la universidad.
Todos tanto el público en general, los medios de comunicación presentes, aquellos artistas del ballet, esperaban con ansia el encendido de la antorcha olímpica, en aquel acto de solmene y simbólico, que diera por iniciada la justa deportiva. Aquella que para muchos representa un año de un macro ciclo de trabajo deportivo, en donde el lidiar con los compañeros de equipo para un trabajo es el pan de todos los días, ya que tienes entrenamiento en el polideportivo o en el CARE, para aquellas almas deportivas que basan su alimentación en pesar la cantidad de kilocalorías de la hamburguesa del Carls Jrs., si es que pueden darse ese lujo. Para aquellos atletas, que poseen la suficiente motivación básica para acudir a cada partido u encuentro deportivo de su liga intrauniversitaria, ya se bajo lluvia en un viernes por la noche, en vez de estar en barrio antiguo. O en plena tarde regia bajo el refrescante sol, y con la temperatura ambiente en nuestros campos. No hay mayor ansia por comenzar la competición deportiva que para ese ser llamado deportista. Al cual alabamos por sus increíbles hazañas deportivas, pero al cual olvidamos el resto del año. Al cual no le decimos viaja doce o más horas deportivas en un camión de Senda y llegando al hotel te daremos un boxluch, o en su defecto en un vuelo más barato que los de líneas Aztecas. Y aunque su estrés u ansiedad precompetitiva se disparen a más cada minuto (en algunos los síntomas se presentan semanas antes de la competición) para que inicie su competición.
Todo para que al final solo una gota de sudor, un respiro, un suspiro ante la emoción, el agarrar el aire, el concentrarte ante la porra rival, el apretar fuerte los dedos, el visualizar el resultado de la competencia, el sufrir, el llorrar, el observar desde la banca, el caer, el ser ovacionado, el no poderlo creer, el necesitar un minuto de silencio, el correr y abrazar a tu compañero, el decir gracias Entrenador… ya que al final no importa el dirigente que no conoces y se toma la foto contigo, ni el colega, ni el rival, ni Owi, ni tus padres, ni tus compañeros, amistades o novios (as)… ya que después de eso, después del triunfo o el fracaso, del me fue mal, o un me fue bien, solo quedas tu.
El viaje de regreso a casa siempre es más corto, pues una parte de ti se quedo atrás, y no hay mayor flama olímpica universitaria que la verdad, ni mejor simbolismo que tus experiencias y tu rival.
Lic. Francisco Cruz Palacios
psicodepormty@gmail.com
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